Sociedad
Día Mundial de la Prematuridad
El pronóstico y la viabilidad de los bebés prematuros ha mejorado muchísimo en los últimos años
A. Aramendi Elduaien | EITB Media
Los niños y niñas prematuros suponen en torno al 6 % de los nacimientos anuales en la CAV y Navarra. En el Hospital de Donostia explican que la calidad de estos niños y niñas ha mejorado sobre todo gracias a los cuidados, centrados en el desarrollo y las familias, y a la tecnología.
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Foto: EITB Media.
Euskaraz irakurri: Haur goiztiarren pronostikoa eta bideragarritasuna asko hobetu da azken 20 urteetan
El próximo domingo, 17 de noviembre, se celebra el Día Mundial de la Prematuridad por lo que eitb.eus ha querido poner el foco en estos niños y niñas que nacen semanas antes de lo previsto. La viabilidad y calidad de vida de estos pequeños ha mejorado muchísimo en los últimos 20 años, sobre todo gracias a la mejora en los cuidados, a la lactancia materna y al avance de la ciencia y la tecnología.
Un niño o niña prematuro es un bebé que ha nacido antes de la semana 37 de gestación. La OMS hace una clasificación de ellos: el prematuro extremo (nacido antes de las 28 semanas), muy prematuro (entre 28 y 31 semanas) y prematuro moderado (entre 32 y 36 semanas). Al nacer antes de tiempo, los órganos de estos pequeños (los pulmones, el corazón, el cerebro, los ojos, los oídos…) no están en el mismo nivel de madurez de un bebé nacido a las 40 semanas de embarazo y las infecciones que pueden sufrir son un gran problema porque la inflamación puede tener consecuencias en el desarrollo de los órganos.
Cada año nacen en Hego Euskal Herria en torno a 1.000 niños y niñas prematuros, aproximadamente el 6 % de los nacimientos. El equipo de Neonatología del Hospital Donostia, por ejemplo, atiende cada año a unos 200 bebés prematuros. eitb.eus ha hablado con la jefa de la sección Miren Apilanez, la neonatóloga Oihana Muga, la supervisora Nerea Martín y la enfermera Ainara Lopetegi sobre el cuidado y el pronóstico de estos pequeños y sus familias.
De izquierda a derecha: Nerea Martín, enfermera; Miren Apilanez, jefa de sección; Ainara Lopetegi, enfermera, y Oihana Muga, neonatóloga.
La edad gestacional, la semana del embarazo en el que nace, suele ser habitualmente la clave para su viabilidad. "Cuantas menos semanas de gestación, mayor es la inmadurez de sus órganos y hay más riesgo de todo", explica la doctora Muga. Después, según va creciendo, se tendrá en cuenta la edad corregida, es decir, la edad que tendría ese niño o niña si hubiera nacido a las 40 semanas de gestación.
Gran avance en la viabilidad
El equipo del Hospital Donostia coincide en que el pronóstico y la calidad de vida de los pequeños ha cambiado enormemente en los últimos 20 años. La doctora Apilanez recuerda que "antes un niño de 32 o 34 semanas podía estresante para el equipo y uno de 28 semanas nos podía dar mucho miedo". Sin embargo, con los años, ese umbral ha ido bajando poco a poco y la viabilidad puede ser posible incluso con 24 o 25 semanas. "Ahora, con un niño de 32 semanas, por ejemplo, estamos mucho más tranquilas", declara.
El equipo explica que se ha avanzado mucho tanto en los cuidados prenatales, como en los postnatales. En este sentido, hacen hincapié en que se está haciendo un esfuerzo en lo que llaman "el cuidado centrado en el desarrollo y la familia"; es decir, en que las terapias y tratamientos a aplicar al bebé sean lo menos invasivos posibles, en que la manipulación de su cuerpo sea todo lo suave que se pueda y en crear un entorno lo menor hostil posible para se vayan desarrollando (poca luz y sonidos suaves).
Asimismo, fomentan que los padres y las madres se involucren en el cuidado de sus pequeños y pasen con ellos el mayor tiempo posible. "Está comprobado que el método canguro o piel con piel beneficia físicamente al niño, le aporta estabilidad clínica". Incluso, cuando nace un niño a partir de las 34 semanas, se intenta evitar el ingreso y que se pueda marchar a casa junto a la madre, con controles en atención primaria.
Foto: EITB Media
"La leche materna salva vidas"
Otro de los puntos clave para el equipo de neonatología del Hospital Donostia ha sido la lactancia materna. Afirman que, desde que utilizan leche materna (bien de la madre o bien del banco de leche), prácticamente, han dejado de ver patologías como la enterocolitis necrotizante, una enfermedad digestiva que podía llevar a la perforación o sepsis del intestino y que hace unos años terminaba con la vida de bastantes niños y niñas prematuros.
Por ello, el personal de esta unidad da muchísima importancia a la lactancia materna. Nerea Martín y Ainara Lopetegi afirman que intentan "animar y ayudar en todo lo posible a las madres. Sabemos que es muy difícil, porque utilizar el sacaleches cuando el bebé es demasiado pequeño y no puede succionar del pecho, es doloroso y cansado, pero merece mucho la pena", insisten. "¡Algunas de estas madres incluso se han convertido en donantes de leche!", se enorgullecen.
Todo este "cuidado fino", junto al avance de la ciencia y tecnología, ha permitido aumentar la viabilidad de los niños y niñas prematuros y mejorar su pronóstico y reducir las deficiencias que pudieran tener en su desarrollo futuro.
Sin embargo, aún habría aspectos a mejorar. El equipo de neonatología echa en falta la presencia de dos figuras en su unidad: fisioterapeutas, que puedan ayudar en el desarrollo orofacial del niño para una alimentación más fácil, y psicólogos que traten y apoyen a las familias a sobrellevar la situación. "Esto es una carrera de fondo" -afirma la doctora Apilaniz- "puede ser largo, y las familias muchas veces se ven superadas".
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