Sociedad
CORONAVIRUS
¿Cómo interpretar los datos sobre la covid?
IDOIA ALBERDI ETXANIZ | EITB MEDIA
La pandemia de la covid-19 ha evidenciado, aún más si cabe, la importancia de la divulgación científica. Ana Galarraga Aiestaran lleva años en esa labor desde la Fundación Elhuyar y nos explica varias claves para entender el nuevo escenario de la pandemia.
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Ana Galarraga Aiestaran, comunicadora científica. Foto: EITB Media.
Euskaraz irakurri: Nola ulertu eta interpretatu covidari buruzko datuak?
Dada la coyuntura y la dimensión de la pandemia, ha surgido un interés y una necesidad generalizada por saber e informarse acerca de la covid. La tasa de incidencia, el número de positivos, los ingresos hospitalarios, el índice de reproducción ... datos y más datos sobre la covid-19 que acaparan grandes titulares desde el inicio de la pandemia y que dibujan diferentes gráficos. Llegan cada día desde diferentes fuentes y queremos conocer la realidad deprisa.
Los últimos indicadores nos sitúan en una nueva ola de contagios, pero ¿cómo deberíamos interpretar estos números en el escenario actual?, ¿qué ha cambiado respecto a hace un año?, ¿qué nos dicen las líneas ascendentes de los gráficos?, ¿dónde debemos fijar la mirada?. La comunicadora científica de la Fundación Elhuyar Ana Galarraga Aiestaran (Zarautz, Gipuzkoa, 1970) nos despeja algunas de esas dudas.
Incide en que tanto en el escenario previo y posterior a la vacunación las claves para entender e interpretar de forma correcta la información son dos: datos de calidad y comunicación adecuada, dos factores que en muchas ocasiones están fallando, según Galarraga.
· Casi nueve de cada diez de la ciudadanía está vacunada y, sin embargo, la transmisión del virus no cesa. ¿Qué está pasando?
Como ha ocurrido con otros muchos factores, creo que con la vacunación ha habido un error de comunicación. De hecho, cuando comenzó la vacunación, se fijó como objetivo que el 70 % de las personas mayores de 18 años debía estar vacunada para alcanzar la inmunidad de grupo.
La inmunidad de grupo significa que las personas vacunadas actúan como barrera y son capaces de cortar el paso del virus. Pero, resulta que eso es imposible con este virus y con las vacunas que tenemos a día de hoy. Por un lado, estamos ante un virus cuya transmisión es muy rápida y cumplir con rigor todas las medidas preventivas es muy difícil. Por otro lado, las vacunas que tenemos no son esterilizantes, es decir, no impiden la infección. Son muy eficaces para evitar una infección grave, se diseñaron para ello. Pero desde el principio se sabía que no iban a acabar con la transmisión. Sin embargo, sí dificultan esa transmisión: dificultan la infección y la persona infectada, si está vacunada, supera la infección más fácilmente, por lo que no contagia tanto como si no estuviera vacunada. ¿Cuál es la diferencia en este último caso? Pues que si una persona no vacunada es contacto directo de una persona infectada, hay que aislarla. En el caso de que esté vacunada no se aísla y la transmisión del virus puede seguir.
· Tasa de incidencia, índice de reproducción, ingresos hospitalarios ... ¿Dónde deberíamos fijar ahora ahora la mirada en comparación a las olas anteriores y cómo debemos interpretar los datos?
A la hora de establecer las medidas, hace un año y ahora, además de la incidencia, se tenían en cuenta otras dos variables: los hospitales y las UCIs. Con la vacunación, la relación no es tan directa, pero la tendencia es similar: si la incidencia aumenta mucho, hay más virus circulando, por lo que existe un mayor riesgo de llegar a personas vulnerables. Son los que luego (aproximadamente 10 días después) llegarán a los hospitales y UCIs.
Por tanto, la incidencia sigue siendo un indicador y, si aumenta, conviene tomar medidas, pero quizá no para toda la población, sino medidas preventivas para proteger a los grupos más vulnerables. La correcta interpretación de los datos requiere, en primer lugar, disponer de datos de calidad. Y no los tenemos. Para conocer la incidencia, por ejemplo, es imprescindible realizar un test a cada uno de los contactos directos, y es obvio que el rastreo que se está haciendo no es suficiente. En cualquier caso, y a efectos comparativos con el año pasado, considero que el dato más significativo es la tasa de hospitalización (hospitalizados/infectados), y ahí es evidente la efectividad de la vacuna. Por ello, en mi opinión, deberíamos saber el siguiente dato: cuántos de los hospitalizados e ingresados en UCI están vacunados y cuántos no, y hacer una comparativa sobre diferentes franjas de edad. Por ejemplo, esta imagen es muy significativa:
De hecho, ya sabíamos que, una vez generalizada la vacunación, la mayoría de los ingresados por infección del SARS-CoV-2 serían y son personas vacunadas. Esto no pone en ningún momento en duda la eficacia de las vacunas. Además, la 3ª dosis está siendo muy eficaz para proteger a los más vulnerables.
· Mientras la tasa de vacunación en los países en vías de desarrollo es muy baja, en el denominado primer mundo se va a vacunar a los niños menores de 12 años. ¿Tiene sentido esta decisión?
Creo que esa dicotomía es falsa. El que nosotros nos neguemos a vacunarnos no va a provocar que esas vacunas se vayan a enviar a esos países. Para ello hace falta otro tipo de convenios y estrategias, como, por ejemplo, el plan COVAX. Pero es cierto que la prioridad debería ser esa, tanto por razones éticas como epidemiológicas.
Y, también en nuestro caso, creo que antes que vacunar a los niños, la prioridad debería ser vacunar a los que no están vacunados. La mayoría de los no vacunados están en la franja de edad de 30 a 40 años. Tienen mucha vida social, están tanto con niños como con mayores y tienen mucha movilidad. Son clave, por lo tanto, en la transmisión. El foco se tendría que poner ahí.
Por último, desde el punto de vista individual, a los niños no les va a traer ningún beneficio porque el virus tampoco es que les haga daño, pero sí les ayudará a poder llevar una vida normal en la escuela, en los juegos, en el deporte.... y eso es especialmente importante en el caso de los que están en una situación socioeconómica precaria, porque tienen menos recursos y si esas actividades se suspenden sufren más. Además, desde el punto de vista epidemiológico ayudará a cortar la transmisión.
· ¿El certificado covid es una medida efectiva para la prevención?
Con este tema ocurre algo similar a lo que ocurre con la vacunación infantil. El pasaporte puede ayudar, pero hay otra medidas más efectivas que se deberían adoptar antes: vigilar la ventilación, colocar medidores de CO2 y adoptar protocolos para los diferentes resultados, colocar filtros HEPA, reforzar el transporte público, garantizar un pronto confinamiento gracias a un rápido control de los contactos, ofrecer ayudas a las personas que debido al confinamiento vayan a sufrir problemas o perdidas laborales y/o económicas, la obligatoriedad de mascarillas en interiores y su gratuidad, la normalización de test en sitios cerrados y controlados como escuelas, universidades, empresas, gimnasios, centros de ocio etc...
Es cierto que garantizar que todos los que estemos en un sitio cerrado estamos vacunados da una cierta tranquilidad, pero también puede suponer una relajación.
· ¿En el escenario actual cuáles son las medidas más efectivas para detener los contagios?
No han cambiado mucho. Está claro que hay que evitar las multitudes y que es más seguro reunirse en grupos pequeños y cercanos. Junto a ello, y sabiendo que el coronavirus se transmite por aerosoles, la mascarilla es imprescindible en lugares cerrados. En la calle, y a solas, no hay peligro. Y la vacuna, por supuesto, es esencial.
· La variante ómikron: ¿está justificada la alerta? ¿Son efectivas las vacunas actuales contra esta variante?
Todavía se está investigando qué efectos tienen las mutaciones que contiene tanto en la transmisión como en los síntomas, la efectividad de los tratamientos y la protección que ofrecen las vacunas.
De todos modos creo que no se ha tratado de forma correcta ni comunicativamente ni políticamente. Los rumores son contrarios al pensamiento científica; es decir, sin evidencia científica no se puede decir nada. Hay que tener en cuenta que es más fácil que se expanda una mentira que luego desmentirla. Políticamente no es justo que se cierre la puerta al sur de África, porque ellos han hecho su trabajo, detectarlo y comunicarlo, y, además, ahora sabemos que antes de que llegase el aviso de África, la variante ya estaba en Europa. Por lo tanto, esa decisión tampoco tiene base científica.
· ¿A qué podríamos llamar inmunidad de grupo hoy en día?
El mensaje tiene que ser este: cuantas más personas estén vacunadas, más protegidas estarán las más vulnerables. No hay medicamentos 100 % efectivos, ni tampoco vacunas. Junto a ello, hay que tratar de mantener en niveles bajos la incidencia para que el virus no mute y no llegue a las personas más vulnerables.
Este virus nos afecta a todos pero no al mismo nivel. Los condicionantes socioeconómicos como la edad, la renta, la vivienda, la situación migrante, el género, la profesión, la etnia... son tremendamente determinantes y deberíamos exigir políticas y prácticas encaminadas a superar las enormes brechas que se están creando. En vez de pensar solo en uno mismo, la persona debería pensar en la comunidad y actuar en base a ello. Sino, esta crisis dejará unas heridas que no podrán cicatrizar. Y van a venir más. Por eso es tan importante la estrategia de Salud Única (One Health). Debemos cuidar nuestra salud a la vez que la del medioambiente y la de los animales.