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Xabier Arzalluz, referente del nacionalismo vasco

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El histórico presidente jeltzale nunca tuvo problemas en decir claramente lo que pensaba, lo que suscitó algunas polémicas.

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Xabier Arzalluz Antia (Azkoitia, 1932) ha sido una persona carismática, de esas que no pasan desapercibidas. Lo más probable es que su nombre quede grabado en mayúsculas tanto para el PNV, como para la política vasca y estatal.

Tal vez podríamos recoger unas declaraciones que realizó en una entrevista concedida al periódico Deia en 2014 para dibujar su perfil: "Me gustaría ser 20 años más joven porque llega un tiempo muy importante para este pueblo. Serán tiempos difíciles, pero es por eso que son atractivos. Si no hay lucha, yo me aburro".

Sin embargo, el tiempo que le ha tocado vivir no ha sido para aburrirse: la transición, escisión de PNV y EA, los años más duros de ETA y la época de Lizarra-Garazi. Todos aquellos hechos y acontecimientos los vivió en primera persona.

El menor de siete hermanos de una familia carlista, se trasladó al monasterio de San Salvador de Oña (Burgos) al finalizar los estudios obligatorios. Así, eligió el camino religioso. En la Universidad de Zaragoza se licenció en Filosofía y Letras. Arzalluz viajó a Alemania para finalizar sus estudios en Teología y aprender alemán. Se ordenó sacerdote en la Compañía de Jesús en 1967, y se especializó en la dialéctica extendida en aquella época. No obstante, pronto dejo de lado el camino religioso y, en 1970, el diario oficial del Vaticano recogió su salida de la Compañía de Jesús.

Para aquel entonces, Arzalluz ejercía como profesor de Derecho tanto en la Universidad de Deusto como en la Complutense de Madrid. En aquella época se afilió al PNV, que por aquel entonces estaba perseguido por la dictadura franquista.

Al parecer, Juan de Ajuriaguerra le pidió en 1968 ser el portavoz internacional del PNV y trabajar en el periódico Alderdi, junto a Martin Ugalde.

En 1977 se trasladó a Madrid, cuando fue elegido diputado por Gipuzkoa. Tal y como dicen numerosos políticos, su discurso sobre la amnistía fue la mejor oratoria de toda aquella legislatura. A pesar de que fue reelegido en 1979, dejó su acta de diputado para centrarse en la dirección de su partido. Fue elegido presidente del BBB de Bizkaia, mientras Carlos Garaikoetxea era presidente del EBB.

Un año después, cuando Garaikoetxea fue nombrado lehendakari, Azalluz fue designado presidente del EBB. Ocupó ese puesto durante cuatro años. EAJ-PNV tenía por delante su etapa más complicada; la que conllevaría una ruptura dentro del partido, con la escisión de PNV y EA. En palabras del propio Arzalluz, aquella fue una "triste" separación, a pesar de que se impuso el sector que él presidía. "Aquello fue lo peor que le ocurrió al partido y a los abertzales", reconoció Xabier Arzalluz.

Una vez superada la crisis interna, Arzalluz aguantó el tirón, sostuvo al PNV y se convirtió en el jefe indiscutible del partido durante quince años. Dejaba gobernar a José Antonio Ardanza, que "se maneja muy bien entre tanto papel", según decía Arzalluz.

Sus adversarios le temían por sus conocimientos, e incluso le tachaban de soberbio, pero sus compañeros de partido le adoraban por lo mismo, y porque en los mítines se remangaba la camisa hasta el codo, como si estuviera todavía en la plaza de Azkoitia, alzaba las manos y enardecía a las masas con su verbo afilado.

Un espectáculo en los mítines, un pragmático en los despachos: pasó de negociar con Felipe González a lograr un pacto con José María Aznar cuando éste llegó al poder en 1996, entre elogios mutuos que hoy suenan tan lejanos.

Primero tuvieron buena relación, pero después, fueron muchos y muy sonados los encontronazos entre Aznar y Arzalluz.

En un artículo de 2016 en Deia, explicó su voto a favor de Aznar. "Siempre creí que la guerra entre ETA y el Estado debía acabar a través de una negociación entre ambas partes. Pero por parte de ETA, con la que traté siempre que pude, oí otras tantas veces que el papel del PNV era el de desbrozar el camino para una negociación política de ETA con el Estado. Y, pese a la insolencia que encierra la frase, yo estaba de acuerdo con su contenido práctico".

Según explicó, "tampoco fue posible", pero vio en "la ambición y vanidad" de Aznar "esperanza" para lograrlo.

Un año antes de dejar la presidencia del EBB, protagonizó un momento emblemático. Cuando el presidente del Parlamento Vasco Juan Mari Atutxa y los miembros de la mesa Gorka Knorr y Conchi Bilboa fueron a declarar al Palacio de Justicia de Bilbao por desobediencia, Arzalluz entonó "Eusko Gudariak" en las escaleras de los juzgados.

Él, que lo había sido todo, fue aparcado por una generación joven. Una escena en un Alderdi Eguna resumió el relevo: Ibarretxe le dio una abrazo y le dijo "Xabier, te queremos". Arzalluz le miró atónito, incrédulo ante lo que sonó a un relevo en público.

Nunca tuvo problemas en decir claramente lo que pensaba. No pasó nunca desapercibido, y fue igualmente odiado como amado.

En 2004 dejó la presidencia del partido. Se retiró un poco desencantado. No ejerció ninguna tutela y sus apariciones públicas y sus entrevistas fueron contadas. Se fue de verdad.

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