Internacional
Análisis
Jesús Torquemada
Al parecer, a la OTAN no le basta Rusia como enemigo y necesita alguno más: China.
La cumbre para celebrar el 70 aniversario de la fundación de la OTAN ha sido un fracaso. Los líderes reunidos no han ocultado sus diferencias y ni siquiera han guardado las formas. Los intercambios de reproches entre Trump y Macron, y Trump y Trudeau han rozado la mala educación. El corrillo en el que Macron, Trudeau, Johnson y Rutte se reían de Trump es algo insólito. Por cierto, eso demuestra que nadie respeta a Trump. Él mismo se ha ganado a pulso esa falta de respeto con sus tuits, sus declaraciones públicas y sus actuaciones. Trump se enfadó y se marchó de Londres sin despedirse de nadie.
Pero lo más grave es que la OTAN sigue sumida en una crisis de identidad y eso no se ha arreglado en la cumbre de Londres. Como suele hacerse en estos casos, la OTAN se ha inventado un nuevo enemigo: China. Al parecer, a la OTAN no le basta Rusia como enemigo y necesita alguno más. Seamos serios. Es verdad que China es ya una gran potencia en todos los campos, incluido el militar. Pero, a día de hoy, China no tiene capacidad ni naval ni aérea para actuar militarmente en el Atlántico Norte, que es la zona que cubre la OTAN. Puede ser un rival estratégico y económico, pero no militar.
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