La guerra de Siria es imparable

La tregua de abril en Siria fracasó. Y la de ahora es mucho más difícil que salga adelante, porque la situación es aún peor.

La tregua de abril la impulsó el entonces enviado especial de la ONU, Kofi Annan, que se jugó su prestigio y el de la organización internacional. Fue un esfuerzo importante y tanto el Gobierno como la mayoría de los grupos de la oposición le juraron a Annan que respetarían la tregua. Mintieron. Hubo unos días con menos operaciones militares, nunca hubo calma total, y enseguida volvieron a las andadas.

La tregua de ahora se produce después de la visita del representante actual de la ONU, Lajdar Brahimi. No es tan ambiciosa como la de entonces, solo es para cuatro días, lo que dura la Fiesta del Cordero, una de las más importantes del calendario religioso musulmán. No están de acuerdo todos los grupos rebeldes: Al Nusra, vinculado a Al Qaeda, ya ha dicho que no la respetará. El Ejército, fiel al presidente Bashar El Assad, ha dicho lo de siempre: que se reserva el derecho a responder a un ataque o a hacer operaciones contra el suministro de armas de los rebeldes.

En resumen, que la guerra de Siria va a seguir. Puede que se calme algo estos cuatro días, pero no hay ninguna iniciativa seria, ni dentro ni fuera, para terminar esa guerra.