¿Apartheid en Francia?

Pocas veces me han sorprendido tanto las palabras de un gobernante como las pronunciadas anteayer por el jefe del gobierno francés, Manuel Valls. No tanto por el significado o referente que era conocido, sino por los términos utilizados. Aún bajo el impacto de las masacres del Charlie Hebdo y de la Porte de Vincennes, Valls habló de los "males que consumen a nuestro país" y se refirió a la situación de las banlieues - él fue alcalde de Évry, en la periferia de París-  al decir que “tensiones llevan tiempo incubándose... la relegación en la periferia urbana, los guetos, lo que evocaba ya en 2005, un apartheid territorial, social y étnico en nuestro país”.  Sin eufemismos.

Valls ha anunciado hoy los planes para hacer frente al terrorismo interior, al terrorismo yihadista. Sobre la mesa 425 millones de euros destinados a proyectos para reforzar la vigilancia de los cientos de jóvenes que han vuelto de Irak o Siria o que se sabe que pretenden ir; para descifrar y analizar el tsunami de información digital generada en la red por yihadistas y aspirantes, y para proteger a las fuerzas de seguridad de posibles ataques.

Y... ¿Qué va a hacer el gobierno francés con esas banlieues en las que viven miles de jóvenes musulmanes de ascendientes magrebíes, abonados al paro, con poca formación, de familias desestructuradas muchas veces, episódicamente vinculados a la delincuencia, y desde hace unos años, candidatos al casting de los reclutadores de yihadistas?

La pregunta es obligada tras la descripción de las banlieues realizada por el propio Manuel Valls. Son tiempos duros para los socialistas franceses. Los discursos los hacen bien. Pero del discurso a la práctica... habrá que ver.