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Candela Peña ha pedido trabajo, Eva Hache ha felicitado irónicamente al ministro Wert y González Macho ha denunciado la "brutal" subida del IVA.
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Si el negro fue el color del año pasado, con "Pa negre" como gran ganadora, el blanco y negro ha sido el de la 27 edición de los Goya, no solo por el triunfo rotundo de "Blancanieves", sino por ser el tono de la cruel realidad que ha planeado sobre una gala ácida y socarrona pero también divertida.
La España en blanco y negro de "Blancanieves" fue la referencia constante, por encima de los colores del tsunami de "Lo imposible", que, en contraste, se hizo prácticamente con todos los premios técnicos además del de Mejor Director, Juan Antonio Bayona, que solo se llevó durante un rato su Goya porque se bajó del escenario para dárselo a María Belón, la protagonista real de "Lo imposible".
Eva Hache se ha dirigido al ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, para desearle "solo una cosa: felicidades". "No se lo esperaba, ¿eh?. Es por su cumpleaños, por lo otro no", le ha espetado mientras él, y el auditorio entero, se reía. Tras desear en inglés suerte a uno de los candidatos al premio a actor revelación, Tom Holland, por "Lo imposible", Hache ha justificado su dominio diciendo que es que ella "iba a un colegio público, donde había clases", lo que se ha recibido con redoblados "bravos" y aplausos.
La ceremonia fue la de las verdades del barquero, porque, según aseguraban en la alfombra roja todos sus participantes, a nadie se le había dado consigna de "reportarse" o "reprimirse" y porque el discurso de González Macho puso negro sobre blanco todos los problemas que aquejan al sector, a pesar de que 2012 ha sido el mejor de los últimos 27 años. Desde la "brutal" subida del IVA, a las perdidas que provoca en el sector la piratería pasando por el "deterioro" que está sufriendo RTVE y su efecto en la colaboración con el cine, González Macho no dejó de subrayar cada punto negro de un cine, ha dicho, que no es "ni de los de la ceja, ni de los del bigote, ni de los de la barba, ni de los de ningún otro apéndice capilar".
La gala está quedando "poco reivindicativa", se lamentaba desde el escenario Ernesto Sevilla, de Muchachada Nui, a lo que sus compañeros, sentados entre el público, replicaban pidiendo esmoquines más baratos, que se instituyeran los premios al "mejor desnudo gratuito" o al "mejor actor joven al que se le entienda hablando".
Muy seria se ha puesto Maribel Verdú cuando ha dedicado su segundo Goya, "a toda la gente que ha perdido en este país sus casas, sus ilusiones, esperanzas e incluso sus vidas por culpa de un sistema injusto y obsoleto que permite robar a los pobres para dárselo a los ricos". Candela Peña al recibir su Goya a Mejor Actriz de Reparto por "Una pistola en cada mano" aseguró que en los últimos tres años había visto morir a su padre en un hospital público "sin mantas" y "sin agua", había nacido su hijo, para el que no sabía si habría escuela pública y solo esperaba tener ella trabajo para alimentarlo. Javier Bardem, que acudió sin Penélope Cruz, "nominada para volver a parir", según Eva Hache, quiso recordar, al conseguir su sexto Goya, esta vez como productor por el documental sobre el Sáhara "Hijos de la nubes", que en el Sáhara no se puede recortar en salud ni en educación "porque no hay escuelas ni colegios y tampoco se les puede desahuciar". El veterano Pepe Sacristán, Goya a Mejor Actor, se mostró muy agradecido y muy orgulloso por formar parte de una profesión capaz de hacer películas "tan libres y amenazadas".
Y el recuerdo a los 60 profesionales que murieron el año pasado, entre ellos Tony Leblanc, Sancho Gracia, Paco Valladares o Aurora Bautista, volvió a provocar el mayor aplauso de la noche.
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